James, de 26 años, y Quintero, de 25, coincidieron desde el inicio en el verde del Kazán Arena. Señal de buen augurio para los cafeteros.
Una tarde de enero de 2004, James Rodríguez y Juan Fernando Quintero se conocieron haciendo lo que más les gusta. Crecieron casi de la mano. Y hoy, aún con esas caritas de niño, son los cerebros de una Colombia que despertó en el Mundial.
¿Cuándo iban a jugar juntos? ¿Cuándo Pekerman se arriesgaría? El técnico fue paciente, esperó el momento, el rival y las circunstancias. Ese día llegó. Polonia también. Y la necesidad de una victoria demandaba lo mejor.
El seleccionador colombiano había escondido bien sus cartas durante la semana. No mostró su juego. Rehuyó el día previo al compromiso en Kazán, definitivo para ambas selecciones perdedoras en la primera fecha, al cúmulo de voces que pedían esa pareja en la cancha.
Pero su terquedad fue el ‘bluff’ con el que engañó al rival. Desde ahí Pekerman empezó a ganarle el partido a Adam Nawalka. El polaco no preveía esa acción, esa jugada maestra, y Polonia lo sufrió.
«Conociendo a los jugadores uno proyecta cosas y sabe que en algún momento pueden suceder», dijo Pekerman al término del encuentro. Y efectivamente sucedieron.
James, de 26 años, y Quintero, de 25, coincidieron desde el inicio en el verde del Kazán Arena. Señal de buen augurio para los cafeteros.
Tuvieron que pasar casi 30 minutos de refriega en el campo, de un trámite desordenado por parte de ambos combinados, para que el dúo creativo colombiano se hiciera de la pelota, pusiera calma y ambos empezaran a dibujar con sus zurdas.
«No puedo negar la satisfacción porque más de una vez creímos que podía ser importante esta sociedad en función del resto», analizó el entrenador de 68 años.
«Hablamos de dos jugadores con un gran talento. Nos aportaron eso hoy y se complementaron muy bien con todas las líneas del equipo», profundizó el entrenador cafetero.
Y es que fue la sociedad James-Quintero la que destrabó el juego ante los polacos.
Quintero, con buen juego interno, y James, recostado en principio sobre la izquierda, fueron allanando el camino para acercarse a predios de Wojciech Szczesny. Gambeta, toque en corto, a un toque o máximo dos. Así demolieron el circuito defensivo de las ‘Águilas Blancas’.
El gol del Yerry Mina, a los 40 minutos, nació en una pelota servida por el ’10’ cafetero, un pase con comba que encontró los 1,94 m del central del FC Barcelona para la apertura del marcador.
¿Pero quién habilitó a James? Quintero. El de River Plate frotó la lámpara y ubicó al cerebro del Bayern Múnich con un pase clave, un anticipo de gol que luego Mina hizo realidad.
El segundo tanto, el del Radamel Falcao a los 69 minutos, fue una pelota de Quintero al espacio para poner al capitán colombiano de cara al arco. El cuero a ras de grama entre dos defensores entró como un cuchillo afilado. Luego el ‘Tigre’ hizo lo que mejor sabe hacer.
Y la cereza sobre el pastel fue la genialidad de James. Zurdazo en comba en zona colombiana para poner a Juan Guillermo Cuadrado en una carrera de 100 metros planos.
El de la Juventus recibió apenas después del círculo central y arrancó en velocidad perseguido por dos ‘lobos’ polacos. Entró al área grande, puntazo a un costado y la mandó a guardar. Final del pleito.
Fuente: Bluradio