Estuvo ausente 105 días por una pubalgia, pero Allegri, su DT, le ha dado el voto de confianza. Y se lo ha ganado: empezó desde abajo. Está viviendo, tal vez, su mejor temporada en el fútbol europeo.
Llegó en 2015 con más dudas que certezas. Tras seis meses sin actividad en el Chelsea de José Mourinho. La Juventus apostó por él cuando más lo necesitaba y lo fichó en calidad de cedido. Toda la temporada fue suplente, la mejor alternativa en el banco de la escuadra italiana, así lo dijo en numerosas ocasiones en ruedas de prensa su DT, Massimiliano Allegri.»Juan Guillermo Cuadrado es nuestra carta en los segundos tiempos, está haciéndolo muy bien», una de las frases más sonadas del timonel de 50 años.
Cuando entraba, lo hacía de gran manera. Su buen rendimiento fue un arma de doble filo: era el hombre elegido para destrabar partidos complicados. Entre mejor jugaba, más empezaba en el banquillo. Esa campaña jugó de carrilero en la tradicional línea de tres centrales de la Juventus: 3-5-2. Pero Cuadrado entendió perfectamente su lugar desde el comienzo, tanto dentro como fuera de la cancha.
Se venció su préstamo y el antioqueño convenció a la directiva para que lo comprara de manera definitiva. A pesar de que no era titular, su deseo era volver a la Juventus. Entrenó unas semanas en el Chelsea y luego se devolvió. Así empezó su segunda campaña con un nuevo reto en sus hombros: llegó un lateral de la talla de Dani Alves, por lo que sus posibilidades se reducirían a su máxima expresión. O al menos eso parecía: ya no era sólo con Stephan Lichtsteiner que tenía que pelear el puesto. Pero la calidad del colombiano puso a pensar a Allegri, quien en esa temporada, tras muchos años casado con la línea de tres zagueros, empezó a probar un nuevo módulo táctico: 4-3-3. Y así se le abrió un hueco por una banda en ataque a Cuadrado. Una temporada de transición para el esquema del equipo.
Fuera de la cancha, su papel también fue importante. Su alegría hizo desde el comienzo que se ganara un lugar especial en el vestuario. Paul Pogba lo arropó y se convirtió en uno de sus grandes amigos. Al igual que Paulo Dybala y Dani Alves.
Y en el segundo tramo de la temporada se ganó la titularidad. Con oficio y sacrificio, pues igual seguía teniendo enormes responsabilidades defensivas. Cambiaban las posiciones de las fichas, pero no el ADN italiano: la defensa seguía siendo el mejor ataque. En algunos partidos le sacó chispas a su DT por sus fallos atrás, pero Cuadrado, callado, entendió su nuevo rol y empezó a posicionarse mejor en la cancha. Con relevos y haciendo el 2-1 cuando los atacantes rivales estaban en la ofensiva. Luego vino la semifinal y final de la Champions, partidos en los que Allegri prefirió ser conservador y volver a los tres centrales, compromisos en los que Cuadrado volvió a ser el primer suplente. Y quedará en la memoria esa polémica expulsión del antioqueño en la final de la Champions League ante Real Madrid unos minutos después de haber ingresado.
Sin culpas arrancó la temporada 2017-2018. Mario Mandzukic, un ‘9’ nato, se adaptó al puesto de extremo izquierdo y se ganó su lugar. Y llegó uno de los extremos más desequilibrantes del mundo: Douglas Costa. ¿Dónde entraría Cuadrado? La pregunta de muchos. Allegri le siguió dando confianza al colombiano y el brasileño se fue al banco, en un rol muy similar al que tuvo Cuadrado en su primer año. Goles, asistencias, gambetas prudentes, confianza en defensa, condimentos que perfeccionó el exjugador de la Fiorentina y que lo consolidaron en el once inicial. Es un jugador mucho más maduro que el de hace tres años.
Sin embargo, llegó una delicada lesión. Una pubalgia lo sacó 105 días del fútbol, tiempo suficiente para que Douglas Costa se convirtiera en una de las figuras del equipo. Apenas le dieron el alta a Cuadrado, Allegri le dio minutos y un lugar en el once titular. En un momento crucial de su temporada, a pocos días del Mundial. Y ahora le ha encontrado un nuevo espacio en el equipo: como lateral derecho. Así lo ha hecho en los últimos dos encuentros y ha rendido ante el Inter y Bologna. De hecho, ha dado dos asistencias y un gol en esa posición. Lateral, carrilero y extremo, el hombre polifuncional de la Juventus.
Su mayor virtud es atacar, la defensa es el lugar donde tal vez ha dejado algunas dudas en el pasado. Pero si uno de los técnicos más estrategas y fuertes en defensa del fútbol italiano le da el voto de confianza, es porque algo le ve. Además, en sus inicios en el Independiente Medellín jugó en esa posición. Una nueva carta a valorar para José Pékerman en el Mundial.
Para aumentar el flujo de balón por una banda no muy explotada por Santiago Arias, de más rótulo defensivo, y ganar otro hombre desequilibrante, rápido o fuerte en el frente del ataque -Muriel, Izquierdo o Duván-. Aparte, Cuadrado centra muy bien la pelota, una virtud importante que puede marcar la diferencia frente a Japón y Polonia -equipos que se defienden bien- en Rusia 2018 con dos hombres con un gran juego aéreo: Falcao y Duván Zapata.
La única verdad irrefutable es que Juan Guillermo Cuadrado se ha ganado su lugar a pulso en la Juventus, uno de los mejores equipos del mundo, algo que pintaba como un imposible hace unos años para cualquier futbolista colombiano. Y para variar, no le faltan detractores. Ese será el pan de cada día de los deportistas colombianos: así como los suben al cielo en un parpadeo, al siguiente los condenan por un mal día.
Son nuevos tiempos, otra mentalidad. Con Cuadrado, Falcao, James y Ospina como cabezas del momento en el que el fútbol colombiano ha estado más consolidado en toda su historia. Si nos ilusionamos en el pasado, ahora se vale más que nunca.
Thomas Blanco- @thomblalin